Mención Honrosa

Perder un hijo: la desprotección de una madre haitiana en Chile

Por María Arriagada y Constanza Pérez
15 de mayo, 2020

El nombre de la hija de Maribel ha sido cambiado para resguardar su identidad. No se revelará el nombre de la cuidadora de Rose (reemplazado por Karen) ya que hay un proceso judicial en curso.

Ilustraciones: Constanza Cornejo @lesdibujes

La hija de Maribel fue separada de su madre y entregada por el Tribunal de Familia de Viña del Mar al cuidado de una chilena bajo el sistema de Familias de Acogida del Sename. La mujer no fue evaluada para determinar si tenía habilidades para ser cuidadora y, una vez en el programa, al menos diez informes advirtieron que no era idónea para cuidar a la niña. Ya era tarde: la mujer se fugó con la hija de Maribel y luego de un año de búsqueda, aún no es ubicada.

Vestida de blusa, blazer y tacos, Maribel (haitiana, 31) toma un bus en Santiago y viaja a la Quinta Región. Unos días antes había llamado al Tribunal de Familia de Viña del Mar, donde le informaron algo en español que no pudo entender. Con el carnet de identidad de Rose (3) en sus manos, Maribel espera que la puedan ayudar con alguna pista del paradero de su hija, quien hace más de un año está inubicable, luego de que la cuidadora que le asignó el Servicio Nacional de Menores (Sename), se fugara con ella en octubre de 2019.
Ya en las oficinas del Tribunal, Maribel le explica a la funcionaria el motivo de su visita, a ver si se puede lograr algo. La única solución que le dan, es que ingrese un escrito pidiendo que la orden de búsqueda sea ampliada a nivel nacional, pero eso ya lo había decretado el Tribunal meses atrás. De todas formas lo hace, para que el viaje no sea en vano. Toma un Uber y va a la Policía de Investigaciones (PDI) de la misma ciudad. Habla con el jefe de la unidad, quien la atiende en su oficina. Le cuenta su historia y él la escucha, pero no tiene más respuestas. Solo queda esperar, porque la investigación está en un punto muerto por falta de nuevas pistas.

DAR A LUZ Y NO TENER DÓNDE IR

El 27 de julio de 2017, a las 15:38 horas, Maribel dio a luz a su hija Rose en el Hospital El Carmen de Maipú. La bebé es una de los miles de niños nacidos en Chile con madre o padre haitiano. De 2018 a 2020, suman 18.032 nacimientos, según datos del Registro Civil. También es parte de un grupo de riesgo: un estudio de la Revista Chilena de Obstetricia y Ginecología concluyó que entre 2012 y 2016, el porcentaje de hijos de madres haitianas que pesaron menos de dos kilos y medio (considerados prematuros) fue de 11,9%. Rose fue una de ellas. El número casi dobla la cifra chilena, que fue de un 6% en el mismo periodo.
La bebé estuvo internada por su condición prematura. Cuando le dieron el alta, desde el Hospital El Carmen le prohibieron a Maribel llevársela porque se encontraba en riesgo de situación de calle. Tuvo que dejar la pieza que arrendaba luego de un problema con el dueño: no tenía dinero para pagarle porque se encontraba sin trabajo. «En el hospital me estaban obligando a cambiarme de casa, yo tenía una pieza con una amiga. Como no tenía plata, ellos tenían a la niña en el hospital como dos meses y yo me quedé durmiendo en el piso», recuerda Maribel.

Georgina Sepúlveda, trabajadora del Departamento Social del Hospital San Borja de Arriarán, explica que hay un programa nacional de apoyo al parto prematuro, que exige una visita domiciliaria para asegurar que el bebé tendrá un lugar adecuado donde llegar. En caso de que la vivienda no sea segura, Sepúlveda dice que comienzan a buscar en la red de apoyo o en hogares para madres en situación vulnerable, los que son manejados por fundaciones sin fines de lucro.
Luego de semanas durmiendo en el piso del hospital mientras cuidaba a su hija, Maribel recibió una solución. No por parte del Estado, sino gracias a una publicación en Facebook. Un paramédico del hospital publicó que una madre haitiana y su hija necesitaban un lugar para vivir. Así llegó Karen a la historia, una mujer chilena que comentó que eran una familia de Viña del Mar dispuesta a recibir a la madre y a la hija en su casa, mientras mejoraba su situación. Tanto Georgina como Norma Bravo, trabajadora social del mismo Hospital San Borja, dicen que en casos como el de Maribel
nunca se debe buscar una solución informal en redes sociales. Concuerdan en que en su caso no hubo un abordaje adecuado. «Existe la Ley de Deberes y Derechos de los Pacientes, que tiene que ver con el resguardo y la confidencialidad de su información, por lo tanto, se hizo de forma totalmente irregular», dice Sepúlveda. El Hospital El Carmen no respondió a las solicitudes de entrevista para este reportaje.
Luego de vivir cerca de un mes en la casa de Karen en Viña del Mar, Maribel decidió que era momento de buscar trabajo. «Podía dormir en la calle, pero la niña no, porque era prematura. Yo acepté por obligación que me cuide a la niña», confiesa. Consiguió un trabajo en Santiago y los fines de semana viajaba a Viña para visitarla. Era un trayecto de tres horas.
En 2018, el Cesfam Profesor Eugenio Cienfuegos, donde se atendía la hija de Maribel, denunció que Karen llevaba a una niña que no era su familiar a los controles. El 22 de mayo de ese mismo año, el Sename ingresó a Rose a un hogar de menores por presunto abandono de la madre biológica. Estuvo quince días, hasta que el 7 de junio el Tribunal de Familia de Viña del Mar le dio oficialmente el cuidado personal provisorio de la niña a Karen y se ordenó al Sename que la postulara para ser cuidadora del Programa de Familias de Acogida Especializada (FAE). Lo que no sabían en ese momento, era que durante su infancia, Karen también había vivido con una familia de acogida. Meses después diría en una entrevista con el FAE: «Me hubiera gustado tener una Karen».
El Programa de FAE del Sename es una alternativa a la internación en hogares, al contar con familias que reciben niños que dejan sus casas para ser protegidos porque sus derechos son vulnerados. Tali Staub, encargada de comunicaciones de la Dirección Regional Valparaíso del Sename, explica que para ser parte del programa, la persona debe ser evaluada antes y así determinar si puede recibir un niño en su casa. Sin embargo, si los cuidadores ingresan por decreto de un tribunal y no por postulación, no se les practica una evaluación previa. Karen fue una de ellas.
El día de la audiencia fue la primera advertencia: el abogado de la Oficina de Protección de Derechos (OPD) interpuso un recurso legal para que Rose se mantuviera en el hogar, argumentando que era grave que se entregaran los cuidados de la niña a alguien que no contaba con evaluación previa. Sin embargo, el Tribunal consideró que no había ningún antecedente de riesgo de salud ni familiar que lo justificara.
Según diferentes informes que se encuentran en la carpeta investigativa del caso, a mediados de 2018 comenzaron los problemas entre Karen y Maribel, ya que la cuidadora cada vez hacía más visibles los deseos de quedarse con el cuidado permanente de la bebé, incluso verbalizando en una entrevista de diciembre de 2018, que había pensado en fugarse con ella si decidían trasladarla con su tío paterno. Un mes antes, se había identificado a Celder Louis como posible cuidador, ya que además de ser familiar directo, vivía en Maipú, la misma comuna de sus padres. Sin embargo, luego de la evaluación psicosocial decidieron que no era apto para cuidar de la niña. Vivía en una pieza —por lo que no habría espacio para ella—, como familia no hacían más actividades recreativas que ver televisión, no estimulaban que su hijo aprendiera español y habían «roles marcados por estereotipos de género», porque el padre prefería que su esposa se quedara en su casa cuidando al niño. No había señales de violencia u otro tipo de vulneración dentro de la familia: las profesoras del hijo decían que eran padres presentes y estaban con situación migratoria y laboral regularizada. Todos los factores de riesgo clasificaban como «leve problema» o «línea base», lo que concluyó que tenían competencias parentales levemente disminuidas. Ya existían además, varios informes que alertaban sobre Karen. Aún así, se consideró mejor cuidadora para Rose que su propia familia.
Otros documentos del caso, mencionan el conflicto que significó que la familia de Karen le cambiara el nombre a la niña, a pesar de que ni que el FAE ni Maribel estaban de acuerdo por el impacto que esto podría tener en su identidad. A comienzos de 2019, desde el Sename también le llamaron la atención a la cuidadora porque encontraron un perfil de Instagram dedicado a Rose, donde se publicaban fotos de ella, junto a información sobre el proceso de protección y una campaña para que no fuera separada de su familia. Además de hacer explícitas las intenciones de quedarse con el cuidado permanente de la niña, las publicaciones incumplían el Convenio de Colaboración con el Programa FAE porque transgredían la privacidad de Rose.
El 27 de febrero de 2019 se despachó el primer informe que señalaba explícitamente que Karen no era idónea para el cuidado de Rose. Cinco meses después, el Tribunal decidió que las visitas fueran en la casa de Maribel, en Maipú. La niña iba a ser recogida y devuelta a la casa de la cuidadora por la dupla psicosocial del FAE. El 30 de julio, día de la primera visita con la nueva modalidad, el equipo fue a buscar a Rose, pero no había nadie en la casa. Karen y la niña estuvieron inubicables por un día.
El 20 de agosto el Tribunal decidió egresar a Rose del programa FAE para comenzar la revinculación con Maribel. El plan era que la niña permaneciera con Karen y que el proceso estuviera en manos del programa Mi Abogado, al que pertenecía la Curadora Ad Litem, quien representa al niño o niña en el proceso judicial. Rosa Lazo, abogada del Programa FAE que ya había alertado innumerables veces del peligro, interpuso un recurso de apelación ante la decisión del Tribunal, pidiendo que el cuidado volviera a manos de Maribel y que la niña se mantuviera en el programa, ya que por ley sólo el Sename puede hacer intervención psicosocial.
Fueron al menos diez escritos en un período de un año los que advirtieron de la negación de Karen hacia la reunificación familiar. Luego de otro recurso de apelación, y de solicitar una medida cautelar de prohibición de acercamiento de Karen a la niña, la Corte de Apelaciones de Valparaíso decretó el 9 de octubre de 2019, que el cuidado de Rose tenía que volver a la madre. Fijaron una audiencia para el día siguiente con el fin de devolverle la niña. A la cita también debía asistir Karen junto a la bebé, pero no llegó.

LA BÚSQUEDA SIN RESULTADOS

El 11 de octubre de 2019, el Juzgado de Familia de Viña del Mar despachó una orden de búsqueda a la Policía de Investigaciones (PDI) y a Carabineros para que buscaran a la cuidadora y a la niña. Maribel cuenta que el Sename trató de advertirle: «Pero como yo confiaba en ella, no creía en la gente del Sename cuando me dijeron que ella me quería quitar a mi hija. Ella no me demostró nada malo, me trató como si fuera su hija», explica.
El 17 de octubre, un inspector de la PDI de Viña del Mar se dirigió a la última dirección que tenía de la ex cuidadora. Ahí se encontraron con la hija mayor de Karen. Dijo que estaba sola en la casa y que desconocía el paradero de su madre y Rose, quienes no volvían desde el día anterior. Funcionarios de la PDI de Viña del Mar regresaron tres veces a este domicilio durante 2020. Nunca la encontraron.

Desde el 11 de octubre, cuando se decretó la orden de búsqueda, el caso ha ido rotando por las manos de nueve jueces del Juzgado de Familia de Viña del Mar. Hasta el 1 de diciembre de 2020, diez comisarías de Carabineros ubicadas en nueve zonas distintas del país enviaron al Juzgado de Familia los pasos que tomaron para buscar a la niña, pero sólo una de ellas entregó nuevos antecedentes, que se mantienen en privado ya que la investigación sigue en curso. Una de las comisarías describió que hicieron patrullajes con la fotografía de la niña que tiene el Registro Civil. En la imagen aparece envuelta en un chal con meses de vida. Hoy tiene tres años.
La familia de Karen tiene un perfil en Instagram con la descripción «9 meses fugadas por culpa del Sename y sus mentiras». Ahí publican fotos actuales de la niña. Karen tiene una cuenta en Facebook donde también sube fotografías de Rose. Una de las más recientes, del 12 de octubre, va acompañada de la ubicación: «Ancud, Isla de Chiloé». En esta misma red social hizo una campaña para juntar dinero con depósitos a su Cuenta RUT para crear un negocio. «El FAE Sename me tiene viviendo de esta manera, como nomades», escribió en la publicación. Incluso, Rose fue atendida por un pediatra. Aún así, ni la PDI ni Carabineros logran dar con su paradero. La ex cuidadora fue contactada y accedió a dar una entrevista para este reportaje. Sin embargo, no volvió a responder a los mensajes.
A finales de septiembre, la PDI fue a la casa de Maribel. Según ella, le dijeron que tenían una pista de dónde podían estar Karen y Rose. Más tarde, intentó ponerse en contacto con ellos, pero no hubo respuesta. En distintas ocasiones fue a la oficina de la PDI en Maipú, para conocer más acerca de la búsqueda de su hija, pero no logró explicar lo que necesitaba y tampoco recibió ayuda, hasta que el 26 de noviembre, acompañada de personas chilenas, logró que la pusieran en contacto con la unidad de Viña del Mar. Por teléfono le explicaron que ellos tienen un domicilio dónde buscar, pero que está fuera de su jurisdicción. Maribel llamó al Tribunal para entender qué pasaba, y le dijeron que ella tenía que ingresar una solicitud para que la orden pasara a ser un encargo a nivel nacional. Pero esa orden ya había sido ampliada el 9 de noviembre de 2020.
En la mayoría de los informes que contiene la carpeta investigativa del caso, se menciona que desde el primer momento Maribel quiso hacerse cargo de su hija, pero sus condiciones socioeconómicas no se lo permitían. Los documentos también confirman que Karen cuidó bien de Rose. Nunca le faltó nada y siempre fue responsable con sus necesidades, a pesar de impedir la revinculación con su madre. Al cierre de este reportaje, Maribel aún no tiene noticias sobre el paradero de su hija.
Según datos entregados por el Sename vía Ley de Transparencia, desde el 1 de enero de 2018 hasta el 30 de septiembre de 2020, cien niños con padre y/o madre haitiana han sido parte del Programa FAE. De los 33 niños, niñas y adolescentes que egresaron, solo uno lo hizo con su padre y/o madre biológicos.

*Este reportaje fue realizado en el curso Taller de Periodismo Avanzado, de la Facultad de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica de Chile, bajo la edición de la profesora Paulette Desormeaux.

María Arriagada
María Arriagada se desempeña como periodista en Ex-Ante y antes trabajó en la sección de política en La Tercera. Ganadora del Premio Periodismo Memoria y Derechos Humanos categoría estudiante por la crónica “Aquí grité que nunca más”, y finalista del Premio Periodismo de Excelencia 2020 de la UAH por “Perder un hijo: la desprotección de una madre haitiana en Chile”.
Constanza Pérez
Actualmente se desempeña como periodista en La Pública y es profesora asistente de Periodismo Investigativo en la Universidad del Desarrollo. Ha publicado en The Clinic y Ciper, y participado de investigaciones en derechos humanos, género, política, entre otros. Becaria del Pulitzer Center on Crisis Reporting y del Instituto Prensa y Sociedad por "¿A dónde va mi pensión?". Finalista en el Premio Periodismo de Excelencia 2020 por “Perder un hijo: la desprotección de una madre haitiana en Chile”.